Las tarjetas revolving han ganado popularidad por su aparente flexibilidad a la hora de acceder al crédito. Sin embargo, detrás de esa comodidad se oculta un modelo de financiación que, si no se comprende bien, puede llevar a los consumidores a una espiral de deuda difícil de controlar. Comprender sus riesgos y saber cómo gestionarlas de forma responsable es clave para proteger tu salud financiera.
Entender el verdadero coste del crédito revolving
A diferencia de una tarjeta de crédito convencional, donde puedes pagar el total de tus compras a fin de mes sin intereses, las tarjetas revolving permiten aplazar el pago de tus compras mediante cuotas mensuales, normalmente bajas. Esto puede parecer conveniente, pero tiene una consecuencia directa: la deuda se prolonga y los intereses —que suelen ser muy altos— se acumulan con rapidez.
Muchos usuarios no son plenamente conscientes de que, al realizar solo el pago mínimo, están extendiendo el tiempo de devolución durante años, y en muchos casos acaban pagando varias veces el valor original de la compra.
Lee el contrato, incluso la letra pequeña
Antes de aceptar cualquier tarjeta revolving, es imprescindible analizar cuidadosamente el contrato. Fíjate especialmente en la Tasa Anual Equivalente (TAE), ya que suele estar por encima del 20% en este tipo de productos. Además, revisa si hay comisiones por emisión, mantenimiento, cancelación anticipada o impagos. Muchas veces estos cargos no se explican con claridad, pero tienen un impacto directo en la deuda.